martes, 12 de mayo de 2015

Lo Bello y Lo Feo en la Filosofia


Lo bello 
En ella encuentran su reflejo y valoración, los fenómenos de la realidad y las obras de arte que proporcionan al hombre un sentimiento de placer estético, que traducen en forma objetivo-sensorial la libertad y la plenitud de las fuerzas creadoras y cognoscitivas del hombre, sus aptitudes, en todas las esferas de la vida pública: trabajo, actividad político-social y vida espiritual.
A mi juicio, la cuestión de lo bello en el arte podría analizarse (en términos muy generales) así:

(a) Lo bello no es mera cualidad externa de la imagen. A primera vista lo bello podría ser una cualidad puramente estética de la imagen, dependiente de una “gramática” de las sensaciones puras que, correctamente usada, produciría un supuesto efecto emotivo peculiar (el gusto). Para algunos, esto “libera” al arte de todo contenido ajeno a lo estético mismo y, además, le otorga una validez cuasi científica. Este enfoque “formalista” no parece, sin embargo, muy satisfactorio, por varios motivos que omito ahora. Visto así, el arte parece reducirse a algo meramente decorativo y placentero.(b) Lo bello no solo atiende a la cualidad interna o significado de la imagen. Es cierto que el artista ha de tener algo que decir. De hecho, toda imagen representa o significa algo, exista o no la intención representativa. Suponemos, además, que una obra de arte no puede representar cualquier cosa (ni tampoco “puros” sentimientos, pues todo sentimiento depende de representaciones). La habilidad formal del artista al servicio de nimiedades solo genera retórica o cierto ingenio. Pero puesta al servicio de ideas e ideales más sublimes es poco más que ilustración o parábola. Por esto, este enfoque puramente “representacional” tampoco parece suficiente. El arte no es ni mera decoración (“todo” forma) ni mera ilustración (“todo” representación).(c) Lo bello es una cierta cualidad de la relación entre lo imagen y la idea, aunque esto es problemático. La belleza –se dice— consiste en identidad entre forma y contenido, entre la imagen y lo representado. La imagen habría de representar con la mayor perfección y autonomía estética (formal) --no como mera ilustración-- aquello sumamente valioso o verdadero que representa (el ideal, la idea). Pero antes de nada: ¿cómo es esto posible? Imagen e idea son entidades dispares, inconmensurables. Ninguna idea incorpora entre sus propiedades esenciales la relación necesaria con tal o cual imagen. Una idea (o, por debajo, un concepto) vale más que mil imágenes. La imagen, hasta la más libre y formalmente lograda, es, a lo sumo, un ejemplar, una ilustración de lo que representa. Pero ya hemos dicho que en eso no ha de consistir el arte. ¿Entonces?(d) Lo bello es una "ficción de plenitud". Ninguna imagen es capaz de referir todo lo que una idea significa (lo cual le condena a ser siempre "ilustración", "ejemplo" de la idea). Pero cuando esta imagen es bella, cuando es una obra de arte, parece que sí que lo logra. Este, me parece, es el quid de la belleza en el arte. La belleza estética es una falsa, pero efectiva, representación sensible de la plenitud inteligible de la idea. El arte simula una supuesta intuición imaginativa, un “atajo cognitivo” desde la imagen hasta lo más esencial de la idea sin pasar por el concepto. Este “atajo” es ilusorio, pero resulta psicológicamente efectivo (y agradable). ¿Cómo es tal atajo o ilusión posible? Digamos, para empezar, que hay ciertas propiedades de lo aparente que alcanzan un grado especial de perfección en el arte logrado (es decir, en la apariencia que no parece serlo). Se me ocurren dos: la inmediatez y la opacidad al concepto. Con respecto a lo primero, la obra de arte produce la ilusión de comprender plenamente lo representado de forma inmediata, intuitiva (como cuando percibimos con naturalidad las cosas, pero con mucha mayor fuerza). Por lo segundo, esta plenitud es función de una ilusión más compleja (y que supone una mínima reflexión): la de conciliación entre lo limitado (de la obra en su individualidad cerrada y concreta frente al concepto) y lo ilimitado (de las posibilidades interpretativas --en la “oscuridad” conceptual todo puede ser, siempre cabe otrainterpretación, otra intromisión del concepto, de ahí el carácter abierto, inconcluso de la obra estética--). Dicho de modo más filosófico, la obra de arte genera la ilusión de que podemos comprender lo representado en toda su plenitud “dialéctica”: en su unidad y su diversidad, en su finitud e infinitud, en su ser y su devenir. Por descontado que el artista cuanta con multitud de recursos para lograr este efecto (ambigüedad, polisemia, esquematismo, abstracción, elipsis, elementos con que configurar estructuras unificadas, armoniosas, que presten unidad o límite a la diverso e ilimitado, etcétera.). Merced a todo ello, en la verdadera obra de arte parece que no sobra ni falta nada, que en ella se representa un mundo íntegro y completo (del que no se precisa salir para entender nada), y en el que la plenitud de lo que se dice es análoga continuación a la totalidad del cómo se dice (una obra “redonda” suele decirse).(e) La insuficiencia de la belleza. Pero todo esto es ilusorio. La supuesta plenitud de la imagen estética no trasciende realmente al concepto (ni mucho menos llega a la altura inteligible de ninguna idea). Más bien es al revés: hasta el más insignificante concepto trasciende a todas las imágenes del mundo. El juego (supuestamente libre) de imágenes que es el arte aprovecha los rincones más oscuros para disfrazarse de conocimiento, como los niños que, lejos de la vigilancia de los adultos, juegan e imaginan que son... adultos. Pero a una sensibilidad despierta (esto es, a quien coloca la sensibilidad en su lugar) el arte no puede bastarle. Como al amante no le basta ningún objeto amoroso concreto (una vez desvanecida la ilusión de la que se enamora). De ahí la tensión infinita en la que vive el verdadero artista o el amante. Ninguna melodía oída puede ser realmente bella, ni siquiera en el oído de la mente. (f) Lo feo de lo bello. Algunos estetas románticos calificaron todo esto como una forma de ironía. De la (aparentemente trágica) imposibilidad de plasmar realmente lo ideal en la materia, surge la ironía (cómica) de volver a encontrar lo carnal y defectuoso en lo que creíamos ideal, lo feo en lo bello. De hecho, lo feo en el arte, cuando es intencionado, es justo una forma de plasmar directamente esta condición irónica, aparentemente no aparente, falsamente verdadera, del arte. Lo sublime al revés.

En fin. La belleza es promesa de sentido, de ahí su valor, cuando a la persona despierta le revela todo lo que realmente falta en todo lo que aparentemente muestra, y le incita de ese modo a ir más allá (en ese sentido puede ser ilustración óptima). Pero también es en sí misma promesa engañosa que atrapa al no avisado. La belleza es también sospechosa, falsa, fea. Un juego desesperado para el que no acaba de ver más allá de lo que ve.
Lo bello es una categoría de la estética, definida por Gamboa V. en el Módulo de Estética de la una como: rama de la filosofía relacionada con la esencia y percepción de la belleza y la fealdad”

Link: http://www.filosofianueva.com.ar/nietzsche_belloyfeo.htm


Lo feo
Lo feoCategoría estética en que se reflejan los fenómenos de la realidad adversos a lo bello y en que halla su expresión la actitud negativa del hombre respecto a tales fenómenos. En contraposición a lo bello, lo feo en la sociedad se caracteriza por presentar obstáculos [172] a la libre manifestación y al florecimiento de las fuerzas vitales del hombre, por el desenvolvimiento limitado, monstruosamente unilateral, de dichas fuerzas, por la descomposición del ideal estético. En lo feo, la esencia humana se contradice a sí misma, se manifiesta bajo un aspecto deformado e inhumano, lo cual resulta patente en el arte a través de figuras como las de Golovliov, Pliushkin, Yago y otras. En el mundo burgués, lo feo predomina sobre lo bello, lo cual se refleja en la preponderancia de los tipos negativos sobre los positivos en el arte del realismo crítico, arte que utiliza las imágenes de los personajes y caracteres negativos para criticar y poner al desnudo los aspectos inhumanos de la vida que destruyen la belleza del hombre. En el arte auténtico, la representación estética de lo feo constituye una forma peculiar de la afirmación del ideal de belleza. Decía Belinski que toda negación, para ser viva y poética, ha de hacerse en nombre del ideal. La obra de educar al hombre de la sociedad comunista se encuentra indisolublemente vinculada a la lucha contra las supervivencias feas y repugnantes del pasado en nuestra existencia, que dificultan la creación, de una nueva sociedad.
¿Cómo podemos considerar la fealdad como una categoría estética
considerando que lo estético es el estudio de lo bello?
La fealdad es también una experiencia peculiar que vive el sujeto ante un objeto artístico, es justamente la experiencia contraria a la que se vive con la belleza, pero finalmente también es una experiencia que se sale de lo cotidiano.
Esta categoría no es reconocida como tal en la Grecia clásica, la belleza es la categoría más significativa cuando se aborda la problemática de la estética. Los griegos asociaban bello con bueno y también feo con malo, los personajes de las tragedias si eran buenos eran bellos y si eran malos eran feos. Suele asociarse a la fealdad con lo negativo, pero los estetas como Sánchez Vázquez afirman que lo feo tiene una dimensión estética y que no se identifica con valores negativos. Calificar de feo un ser real (un sapo) no significa negarlo estéticamente. Lo feo se da en un objeto que por su forma es percibido estéticamente.
A la categoría de lo feo también le sobreviene el tiempo y sus cambios, así que no siempre lo que se ha considerado feo en una época sobrevive como tal en otras. Lo feo no es sinónimo de noestético, lo feo se da en la esfera de lo sensible.
Hay cosas por las que se siente desagrado, repulsión, que se rechazan en la vida diaria: un cuerpo mutilado o contrahecho, una riña, un asesinato, la miseria moral del hombre, los horrores de la guerra, y que producen sensaciones desagradables; sin embargo el arte repara en ello, el artista capta esa cruda realidad que se convierte en un motivo de inspiración y el hecho de ser vertida fielmente de acuerdo con el propósito del artista.
La obra que expresa la fealdad como valor contrario a lo bello puede provocar una emoción intensa, aunque no placentera; precisamente el provocar esa emoción es la intención de la obra, si la intuición y la expresión se lograron en forma correcta, la obra estéticamente tiene tanto valor como cuando realiza la belleza.
En lo feo, la esencia humana se contradice a sí misma, se manifiesta bajo un aspecto deformado e inhumano, lo cual resulta patente en el arte a través de figuras como las de Golovliov, Pliushkin, Yago y otras. En el mundo burgués, lo feo predomina sobre lo bello, lo cual se refleja en la preponderancia de los tipos negativos sobre los positivos en el arte del realismo crítico, arte que utiliza las imágenes de los personajes y caracteres negativos para criticar y poner al desnudo los aspectos inhumanos de la vida que destruyen la belleza del hombre. En el arte auténtico, la representación estética de lo feo constituye una forma peculiar de la afirmación del ideal de belleza. Decía Belinski que toda negación, para ser viva y poética, ha de hacerse en nombre del ideal. La obra de educar al hombre de la sociedad comunista se encuentra indisolublemente vinculada a la lucha contra las supervivencias feas y repugnantes del pasado en nuestra existencia, que dificultan la creación, de una nueva sociedad.
Lo horrendo lo grotesco y desconcertante, lo impactante, también puede ser bello. 



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